Este año 2022 se cumplen 88 años de la pascua del Siervo de Dios Mariano Dubón. Vale la pena reconsiderar la trayectoria que ha tenido desde entonces su fama de santidad y proceso de canonización. Al fallecer en la Diócesis de León, es esta la responsable de impulsar esta iniciativa para llevar a los altares al “San Mariano de Nicaragua”.
El Padre Dubón falleció de cáncer el miércoles, 17 de enero de 1934. Su salud se deterioró gravemente en 1933, y ya para enero de se encontraba postrado en cama. Era cuidado por sus hermanas Virginia y Mariana, junto con la ayuda de las Hijas de la Caridad.
Su alma la entregó al Señor rodeado de sus hermanas, Hijas de la Caridad y varios devotos que acudieron. Al poco tiempo todas las campanas de León tañeron en luto. Poco a poco aquella casita y aquella cuadra se fue llenando de varios devotos. Era inagotable el desfile de devotos que tocaban toda clase de devocionarios a su cuerpo, como a reliquias de un santo.
Ya en vida la gente se refería a él como San Mariano. Una de sus sotanas fue repartida entre alrededor de 300 personas. El nombre de Mariano no murió ahí pero se preservó como sinónimo de santidad y de caridad. Del siglo XX nos llegan muchos esfuerzos para perpetuar su memoria y demandar que se le eleve a los altares.
Entre estas obras recogemos una piadosa biografía escrita por Gratus Halftermeyer. Así mismo encontramos una recopilación de historias y milagros suyos por Fernando Antonio Perez R. Han sido incontables los leoneses que han testado por medio de la palabra el firme sentir del pueblo leonés. He acá unas cuantas citas para dejar claro este sentir.
“El padre Dubón era santo en realidad de verdad. Aquí está el buen olor de su ungüento. Se ve y no se toca”
Azarías H. Pallais, Oración Fúnebre del Padre Dubón, enero de 1934
“Desde entontonces fui admirador de este santo varón y me di cuenta de su labor humanitar”
Gratus Halftermeyer, Vida Ejemplar del Padre Dubón, 1942
“El almacén “La Rambla” desea que sus clientes y amigos, que concurren a diario a su establecimiento, lean este libro y tengan igual devoción por el Santo de Nicaragua”
Rubén Valladares S., hoja suelta antes de la “Vida Ejemplar del Padre Dubón'', 1946.
“Para darnos el retrato perfecto de aquel otro Santo Padre Dubón, que también reza el calendario de nuestra devoción y nuestro recuerdo perdurable”
Mons. Isidro A. Oviedo y Reyes, Obispo de León, Despedida Fúnebre a Mons. Benito Oyanguren, 1960
“un santo con ribetes franciscanos “
Fresia Vanegas
“Durante su vida curó milagrosamente a varios enfermos. Después de su muerte muchos casos se vieron en que el enfermo se curó después de invocar la intervención del “Padrecito Dubón””.
Roberto H. Castellón Alonso, Árbol Genealógico de la Familia Alonso, a partir de 1978.
“Igualmente es una tumba veneradísima, especialmente personas que han dado testimonio de la virtud de este sacerdote”
Mons. Cesar Bosco Vivas Robelo, nota sobre la apertura de la causa, 2016
Entonces, vale la pena preguntarnos, cuáles han sido los pasos que ha tomado la Diócesis de León en Nicaragua para llevar a los altares a su San Mariano? En 1960 tenemos palabras claras de la mitra leonesa que Mariano Dubón era santo según el sensus fidelium, el sentir de los fieles. Pero por el momento no tenemos de conocimiento público un intento formal de canonizarlo.
El proceso actual empezó en 2014, cuando la diócesis de León se empezó a preparar para peticionar a la Congregación de la Causa de los Santos la apertura del proceso. El Nihil Obstat para el proceso de canonización, dando comienzo formal a la fase diocesana del proceso. Se conformó un tribunal eclesiástico para llevar a cabo todo.
El postulador de la causa era Mons. Silvio Rueda y el promotor de justicia, Mons. Antonio Herrera. Hasta ahora no se ha tenido noticia de cambios, pero tampoco de avances en la labor del tribunal. Si bien, el interés sigue en la diócesis, hace falta darle mayor orden e impulso al trabajo eclesiástico para beatificar al Padre Dubón.
Con todo esto, debemos tomar los laicos la labor de promover la devoción al Padre Dubón, como una forma de piedad muy loable y un reconocimiento de nuestra historia católica nicaragüense. El avivar la devoción y manifestar filialmente el deseo de verlo en los altares es la forma que tenemos de animar a la Diócesis a seguir adelante el proceso.
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