BREVE BIOGRAFÍA
DEL ABNEGADO CAPELLÁN DEL HOSPICIO SAN JUAN DE DIOS Y PENITENCIARIO DE LA DIÓCESIS DE LEÓN,
MONS. BENITO OYANGUREN Y LÓPEZ DE ARÉCHAGA,
SUCESOR ESPIRITUAL Y ESPEJO DEL PADRE MARIANO DUBÓN
INFANCIA
Mons. Benito Oyanguren nació el 12 de enero de 1889 Villarreal de Álava, parte del país Vasco. Fue el segundo hijo del matrimonio conformado por Eugenio Oyanguren y Micaela López de Aréchaga. Su familia vivió frente a la plaza, en una hermosa casa de dos pisos, con balcones que daban a dicha plaza. Sus hermanos son Ernesto, el mayor, José, Piedad y Soledad. El oficio de su padre era de tenor y organista. Se casó con Micaela en Villarreal, donde nació Ernesto. Luego, la compañía musical lo traslada a Brasil, donde trabajó en la corte del emperador Pedro II. Micaela viaja a Brasil a visitarlo y luego de volver tiene a Benito en Villarreal.
Su hermano José nace en Vitoria después de que Eugenio volviera a España. Luego viaja Micaela con sus tres hijos y su padre a visitar a Eugenio en Brasil, donde lo oyeron cantar cerca del emperador. Soledad, de cuyas memorias podemos sacar esta vida de Monseñor, menciona que sus hermanos hablaban de esto mientras su madre sonreía. Todos menos Eugenio vuelven a España. Micaela iba embarazada y fue en el buque, en medio del océano, que nació Piedad.
Al volver de este viaje se encontraba en España Fray Buenaventura Salazar, franciscano, medio hermano por parte de madre de Eugenio. Él fue quien guió a Ernesto y a Benito en su discernimiento. Fray Buenaventura estuvo en una misión en Quito y luego murió en México en aroma de santidad, como nos narra Soledad. En España, cuando visitaba, se hospedaba en la casa de ellos. Ernesto y Benito viajan con Fray Buenaventura a México. En 1901 viaja Eugenio a España y de esa visita nace Soledad, la última hija del matrimonio. Eugenio nunca volvió y Micaela no viajó más a Brasil.
JUVENTUD
En 1906 vuelve Ernesto a España. Durante esta estadía de Ernesto en España también estaba allá en la casa Fray Buenaventura. Fue en España que Ernesto finalmente se decide por ser ordenado sacerdote. Para esto viaja con Fray Buenaventura a Quito. Cuando se marchan a Quito vuelve Benito de México. En sus memorias su hermana Soledad narra que para entonces ya era un tenedor de libros. Otra anécdota que tenemos de Benito por parte de su hermana es de cuando él jugaba la pelota Vasca, Jai Alai, en el frontón. Como le encargaban el cuido de su hermana menor, él la colocaba en el piso, rodeada de piedras para indicarle que no se saliera de ahí. Los mayores de Soledad le contaban que ahí pasaba entretenida.
Micaela temía que sus hijos Benito y José fueran llevados a las quintas, ya que estaban los antecedentes de la llamada guerra de Melilla. Por esto en 1907 toda la familia se muda a Perú. Viajaron primero Benito y Ernesto para preparar todo para la llegada de la familia. En Perú la familia puso una imprenta, pero esta terminaría fracasando al rato ya que en ese entonces habían muchos conflictos. Soledad nos narra que en uno de estos Benito la tuvo que ir a recoger del colegio, y en eso se desató una balacera. Benito tuvo que correr con su hermanita colgada de un brazo para salvarse.
La estadía en Perú fue corta. Ernesto viajó a Quito para unos eventos religiosos y allá conoció al obispo de Nicaragua, Mons. Simeón Pereira y Castellón. Congeniaron mucho y este le invitó a viajar a Nicaragua para trabajar con él. Cuando Ernesto volvió a Perú recibió cartas de Monseñor, donde le redoblaba sus instancias de que fuera a Nicaragua. La familia se embarcaba en un nuevo viaje.
NICARAGUA
De nuevo fueron Ernesto y Benito los que viajaron primero, esta vez a Nicaragua. Luego llegó el resto de la familia. Como Ernesto era amigo de el Padre Canuto, la familia se hospedó por un tiempo en la casa de su cuñado, Don Francisco. Luego Ernesto recibió la parroquia de San Juan y la familia pasaría a vivir en la casa cural esquinera. Esto no sería por mucho si, ya que el calor leonés afectó a Ernesto. Por esto él pidió ser trasladado a la parroquia de Jinotega, y así fue. Con él fue toda la familia.
Fue allá que Benito decidió entregar toda su vida al Señor. Quería ser sacerdote y dedicarse a la enseñanza. Entró al Seminario mayor de León y fue ordenado el 8 de diciembre de 1914 en la Santa Iglesia Catedral de León y celebró su primera misa en la parroquia de Jinotega el 13 del mismo mes. Al principio vivió en el Seminario. Ahí impartía clases todo el día. Enseñaba gramática castellana, ortografía, raíces griegas y latinas; apologética y moral, urbanidad y trato social. Por un tiempo fue párroco de Chichigalpa, después de su hermano Ernesto, que pasó por ahí un tiempo en 1916. Aún así, Benito prefirió ejercer la profesión de maestro en el seminario, formando seminaristas.
CANÓNIGO PENITENCIARIO
Si bien la estima al padre Benito Oyanguren al principio tenía su causa en que era hermano del padre Ernesto Oyanguren, las virtudes de Benito iban cada vez más captando la atención de Mons. Simeón Pereira y Castellón. Con su hermano había simpatía y amistad, pero con este padre habían más profundos sentimientos de admiración. El padre Benito no dilató en convertirse el consejero del obispo. Era llamado a consulta para innumerables temas, cualquier luz que pudiera dar respecto a un tema era muy apreciada. Habla mucho este aprecio y reverencia teniendo en cuenta que en este tiempo vivía el muy Santo sacerdote Mariano Dubón y otros ejemplares curas. El mismo Mons. Simeón Pereira y Castellón tuvo una vida de grado heróico.
Al destacarse entonces como una luz al momento de emitir un juicio y que esto fuese por lo virtuoso que era habla mucho del grado de santidad del Padre Benito, siendo apenas un joven sacerdote, que no llegaba ni a los 30 años. Así era consultado por todos; por Mons. Simeón Pereira y Castellón, por sacerdotes, por laicos, todos hallaban en él un oasis y un amparo. Se entregó totalmente al servicio sabiendo que de esta manera podría hacer brillar la luz de Cristo en medio de las turbaciones que le nublan la vista a varios. Por eso cuando llegó la oportunidad se hizo el trámite para que fuera nombrado penitenciario de la diócesis.
Este canónigo no lleva un mero cargo honorífico, sino más bien una gran responsabilidad, ya que es el que mejor conoce los decretos penitenciales de la iglesia y es capaz de dirigir aún los casos más difíciles, incluso los que de ordinario deben ser atendidos por el obispo, y este se los delega a él. Por eso podemos decir que el Padre Benito tenía grandeza de intelecto y grandeza de voluntad ya que siempre empleo los ricos dones que Dios le dio para dirigirse solo a Dios y llevar consigo la mayor cantidad de almas posibles.
ABNEGADO CAPELLÁN
Es de ordinario pensar que a un canónigo se le de una parroquia grande, pero el Padre Benito, humilde como siempre lo conocieron, no desdeñó los puestos más bajos y el servir a los más pequeños. Por eso fue que por 38 años, hasta el momento de su muerte, fue un capellán infatigable al servicio de los pequeños huérfanos del hospicio San Juan de Dios y de los Hermanos Cristianos que se encargaban del cuido de estos pequeñuelos. Con que amor diario madrugaba para oficiar la Santa Misa. Con cuánto amor iba en las tardes a dirigir Rosarios, oír confesiones y exponer al Santísimo.
Fue maestro del seminario y de colegios pero nunca se le vio fatigado o abrumado. Antes bien fue padre amoroso. Por eso en su corona funebre destacan elogios como esposo de las viudas y padre de los huérfanos. Esta blanca azucena, como también lo llaman, fue un reflejo del querido Padre Dubón. Imposible era pues conocer a profundidad su vida y no notar las similitudes. Pero en similitudes no termina lo relacionados que están. Sabemos concretamente que no solo se conocían, pero se trataron, al menos por un tiempo, con regularidad. En el archivo del Padre Dubón en el archivo diocesano encontramos una curiosa nota en la que cierto caballero le pide al Padre Mariano un dinero ya que tendrá un viaje a la capital. La entrega de este dinero iba a ser por medio del mismo Padre Benito.
Siendo estos dos hombres de carácter tan caritativo, empeñado uno en proseguir la obra del otro y sabiendo que se conocían es más que obvio que al menos había afinidad y aprecio entre estos dos santos varones, si no es que tenían una verdadera amistad. Cuando el Padre Dubón murió en 1934, ya de edad bien avanzada, el Padre Benito tenía 45 años recién cumplidos, puesto que el Padre Dubón muere un 17 de enero, 5 días después de su cumpleaños. Él ya servía en San Juan de Dios, que era la iglesia más cercana de donde vivía el Padre Dubón. Su muerte fue a las 1:45 de la tarde un miércoles, así que no sería una extraño que el Padre Benito fuera el o uno de los sacerdotes que lo haya acompañado en ese momento.
FAMA DE SANTO
Cualquiera que conoció al padre Benito, cualquiera que estudió con él o fue a sus misas dice con ternura del corazón que era santo. Esa fama se la ganó esa constancia en madrugar, en oficiar misa con amor, en enseñar, en llevar una vida de oración y en darse en el servicio de cuantos le veían como un verdadero padre. Su fama de Santidad sumamente extendida como el cura de la sotana raída, así lo llama Ramón Maldonado en la Prensa (Ejemplos de verdaderos sacerdotes, 1ro de abril del 2017) perduró hasta después de su muerte. Después de llevar una vida continua y constante de oración, servicio y abnegación murió en paz, mientras dormía, el 25 de febrero de 1960. Su muerte conmovió a León y recibió honores de santo. Fue enterrado a la mano derecha del Padre Dubón. Un lugar apropiado para quien en vida lo fue.
Su corona funebre lo corona en el calendario de la piedad popular que tenía ya consagrado en él la memoria al Padre Mariano. Todos recuerdan verlo en León, humilde con su sotana y su porte, grave pero dulce, un todo para con todos. En su artículo “Los celebres leoneses que yo conocí” (abril, 2005) José Wenceslao Donaire Mayorga nos narra
Rvdo. BENITO OYANGUREN Y ARRECHAGA - (Ejemplo de Santo Varón): Nacido en España hizo de Nicaragua su segunda patria, y vivió largos años en León hasta su muerte. Dedicado a su magisterio y la educación, fue profesor de lenguas en el INO, en el Beato Salomón de los Hermanos Cristianos y en el San Ramón de las Escuelas Pías. Fue admirado y respetado por la comuna leonesa y sembró la fe en el corazón de los leoneses como ningún otro sacerdote lo hizo. Su recuerda aún perdura en el corazón de la ciudadanía, en especial de los que fueron sus alumnos y los descendien- tes de los mismos.
Revista “Temas nicaragüenses”, 26 de junio del 2010
En otro tomo de esta misma revista nos narra José Rizo Castellón de su padrino:
y el mío el Padre Benito Oyanguren, viejo amigo de la familia y sacerdote virtuoso que vestía, en verdad una sotana sin bolsillos, enseñando en León: Cívica, Moral y Trato Social.
Mayo del 2014
Finalmente en la misma revista nos narra el Dr. Ramón Maldonado
De los sacerdotes opinaba que el único bueno y santo era el Padre Benito Oyanguren, quien fue su profesor en el Instituto Nacional de Occidente, por esa razón lo llamó para que diera los san- tos óleos a su madre doña Sofía, era el médico de muchos sacerdotes en León, y conocía todas sus debilidades humanas
Febrero del 2011
El Padre Benito Oyanguren es uno de esos personajes insignes que tiene fama de santidad, tristemente no tiene proceso de canonización. Pero para mientras podemos simplemente aspirar al Señor que por su amor a su sacerdote y los méritos de éste nos conceda el favor que pedimos y que le conceda la gloria de los altares.
Cuando esta biografía fue publicada originalmente se recibieron los siguientes comentarios
Siempre fue admirado por toda la comunidad Leonesa la que lo recuerda con cariño así también por las exalumnas del Colegio de la Asunción que lo recordamos con respetuoso cariño por su sabiduría al impartirnos las clases de Apologética, raíces griegas y Latinas y sobre todo por su Santidad en su trato de profesor QDEP
Siempre se le recuerda con mucho cariño y admiración. Padre Benito, ruega por la paz de Nicaragua. Amén
Gracias por compartir la historia del Padre Benito, un orgullo para los Leonees
Amén, le encomendamos a Monseñor Oyanguren la pronta estabilidad de nuestra Nicaragua
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