Citas sobre el Padre Crespín

Dionisio Urcuyo y Crespín, conocido como el Padre Crespín, fue un presbítero y mártir leonés mandado a fusilar por el general Malespín por defender a los enfermos que estaban siendo masacrados en el hospital San Juan de Dios en León. Acá unas cuantas citas sobre él y su martirio. ¡PADRE CRESPÍN RUEGA POR NOSOTROS!




Obras históricas completas

Jerónimo Pérez

y don José Cortés, al ver la sangre del Padre Crespín, su amigo y deudo exclamó en su nombre: 

Descarga infando el terrible golpe 
y en ninguna parte hallo consuelo; 
Salta mi sangre y sesos por el suelo, 
y el impío sonríe al verme caer. 
No es amarga la risa del perverso 
Comparada a la fría indiferencia, 
Cooperación inicua, o aquiesencia 
De quienes ... ¡Oh dolor! yo callaré.

William Walker - El predestinado de los ojos grises / Tomo III: Nicaragua

Alejandro Bolaños Geyer

El Senador Madriz, encargado del Poder Ejecutivo, el "Gran Mariscal" y don Crescencio Navas, Ministro general, corrieron también la suerte que Malespín destinaba á los vencidos. La ferocidad del caudillo salvadoreño rayaba en locura. El padre Crespín, virtuoso capellán del hospital de San Juan de Dios, fué á implorarle misericordia para los infelices enfermos á quienes tlmbién asesinaban, y Malespín por toda respuesta mandó fusilarlo.

Historia Moderna de Nicaragua

José Dolores Gámez

El padre Crespín, cura de Subtiaba, fué a situarse en la puerta del hospital de San Juan de Dios, donde existían todos los heridos leoneses; y como poco después llegó Quijano con una escolta, el padre le suplicó que tuviese misericordia con aquellos desgraciados Quijano, por toda contestación, lo llevó escoltado a la presencia de Malespín, quien después de ultrajarlo de diferentes modos, a cual más humillantes, lo mandó fusilar sin ningún respeto a su carácter sagrado y a su inocencia.

Orgía de sangre en el Hospital San Juan de Dios. ~ El Padre Crespín

León, la sombra de Pedrarias por Nicolás Buitrago Matus

En la madrugada del 19 de Enero de 1845; las tropas aliadas de Malespín comandadas por Belloso, Quijano y Bracamonte, atacan por sorpresa el cuadrilátero de Subtiava, baluarte de defensa del gobierno del Director don Manuel Pérez, en ese día, del Senador Madriz, y del Mariscal Casio Fonseca. El combate se empieza, más, la diabólica mente de Quijano, pone la tea del incendio en manos de los indios matagalpas, contingente a Malespín del gobierno provisorio de Masaya, y las casas pajizas de Subtiava, se convierten en un enorme mar de fuego. Las iglesias, las casas, los hombres, las mujeres, los niños, iodo cae aniquilado al siniestro furor de las llamas del incendio. Los defensores corren en defensa y amparo de sus familias, y el ejército atacante queda dueño del pueblo, y a paso de vencedor se dirige a la plaza central de la ciudad.

Las calles desiertas, las casas cerradas por donde pasaban las huestes del Afila centroamericano, sólo dejaban oír, el paso de la tropa vencedora. Como éstos caminaban en tres columnas a la plaza; la que llevaba la Calle Real o Central, la que llevaba la 1' Calle Norte, y la que llevaba la 1• Calle Sur, sobre la que se hallaba el Hospital San Juan de Dios; sienten al pasar por él, los chacales sanguinarios de Quijano, e! olor a sangre de los pobres heridos que se habían refugiado en busca de cura en el Hospital. Rompen sus puertas y cual otras furias del averno, ante la dulce mirada del Cristo que pendía del húmedo techo, matan a estocadas y balazos a los heridos en sus propias camas; las mujeres enfermas claman amparo y sus voces se acallan con la muerte que reciben de los fusiles de Quijano, los niños gritan do horror, y son lanzados al aire y recibidos con la punta de las bayonetas, entre la satánica carcajada de la emborrachada soldadesca.

En medio de esta orgía de sangre, se presenta la figura desafiante a la muerte del Padre Crespín, Capellán del Hospital, y poniendo a la vez en sus palabras, la severidad del derecho y la mansedumbre cristiana, pudo contener la prosecución del sacrificio.

Antes de continuar se hace necesario decir, que cuando el General Francisco Malespín se encontraba en el barrio de San Juan manteniendo el sitio de León, junto con los comisionados del gobierno provisorio residente en Masaya del Senador don Silvestre Selva, señores don Fulgencio Vega y don Francisco del Montenegro; llegó a donde Malespín una comisión de paz del Director del Estado don Emiliano Madriz, entre los que iba el Padre Crespín. Al ponerse frente al jefe invasor, notaron que se hallaba completamente ebrio, y no se podía tratar con él; por lo que, el Padre Crespín, le dijo a los compañeros de comisión: "Ese hombre está borracho, mejor retirémosnos"; y se regresaron al interior de la ciudad.

Pocas horas después de los crímenes cometidos, vuelve la salvaje irrupción al Hospital y continúa derramándose en él, la sangre de los inocentes enfermos. El Padre Crespín decide entonces presentar la queja personalmente a Malespín, y llega a la Casa Nacional donde se encontraba éste, y se le hace presente. ¡Mas, que decepción! para el sincero y abnegado sacerdote, al ver, que algunas de las personas que le habían hecho compañía en la misión de paz ante el réprobo "cara hachada", estaban en la Sala con él, en franca y jovial camaradería. Malespín se dirige a uno de éstos, y le pregunta, quién era ese Padre, y el interrogado contestó: "Es el Capellán del Hospital, Padre Crespín"; y le agregó: es el mismo que dijo que no se podía hablar con usted porque estaba borracho, cuando vinimos con él, en la misión de Madriz. Entonces Malespín, dio inmediatamente orden, que fusilaran al Padre.

A poco tiempo de fusilado el Padre Crespín, salieron publicados estos versos:

De guerra el estampido furibundo
a contener en vano yo infen±ara,
y nadie entonces, libre, lo expresara
cual lo hiciera yo, firme en mi sentir.
*
(Aquí un cuarteto que olvidé en
que se explica estar en capilla para
ser fusilado) .
*
Descarga infando su terrible golpe
y por ninguna parte hallo consuelo;
salía mi sangre y sesos por el suelo
y el impío sonríe al verme caer.
*
No es amarga la sonrisa del perverso
comparada con la fría indiferencia,
cooperación inicua de aquiesencia
y de quienes ¡Ay Dios! Yo callaré.

También se conservaban en el archivo de mis antepasados Buitrago la "EPIS'l'OLA EN VERSO" que llegó a León de El Salvador, antes de la invasión de Malespín, enviada a mi tío abuelo Lic. don Pablo Buitrago. Eran como ocho o diez décimas, de las cuales sólo pude rehacer, las siguientes: 

"Has de saber, Delio, amigo 
cuanto tiene que sufrir 
León, si llega a sucumbir
al ejército enemigo. 
Escucha, pues, lo que digo 
y mira que cuando hablo, 
aunque no soy un San Pablo, 
ni hombre de profunda ciencia, 
no me fálta la experiencia 
que le es dada, a un pobre diablo. 

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Males, su apellido mismo, 
males, su carácter fiero; 
veleidoso, carnicero 
en un compuesto infernal, 
es de males manantial 
y de desorden venero". 

---· No tenían firma, y traían dirección con nombre supuesto, para no comprometerse quizás, a quien los mandó. 

Placa que se encuentra en el atrio de San Juan de Dios, donde fue fusilado el Padre Crespín.





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