La Santidad de la Sierva de Dios
Madre Albertina
Por Óscar Úbeda
Madre Albertina merece el título de beata o Santa tanto como Romero. Ella fue una mujer adelantada a su tiempo, discreta, una mujer de ñeque. Capaz de obedecer la orientación de la Iglesia al pedirle que pasara 3 años en claustro para definir si era designio de Dios la fundación primero de la Asociación y luego que esta se convirtiera en Congregación. Nunca quiso ser la Madre y acató con humildad la autoridad de las que le presidieron el gobierno en vida. No sólo fundó centros educativos, comenzó con las escuelas parroquiales propias dentro del carisma de la fundación donde la niñez pobre era educada gratuitamente, comenzó con las capillas provisionales misioneras donde plantó guerra con educación y catequesis sacramental al auge protestante de su tiempo. Dedico la misión social en los barrios pobres de Managua, Misiones en el norte de Nicaragua, fuera de Nicaragua envío misioneras, hizo un tercer voto de obediencia al Papa, mujer sublime, entera, orante, discreta, estableció un modelo pedagógico propio, su primera fundación la Casa Nazaret para niñas huérfanas la cedió a otra congregación religiosa, fue mujer activa de la Acción Católica, mujer prominente de Nicaragua.
Mujer capaz de diálogo, pero también de sumo silencio, pasaba las noches enteras en absorta contemplación en el Sagrario, a solas, aún cuando sus dolores reumáticos eran terribles. En sus últimos años de vida sin importar la ceguera fue mujer profundamente víctima por la Iglesia. Murió y vivió en silencio. Todo lo heredado por su amada tía lo destino a la gran misión de la fundación de las Siervas Misioneras de Cristo Rey y la equipación de escuelas y colegios, miles de niños pasaron por sus catequesis. Hombres y mujeres que volvieron a la vida de fe por su entusiasmo. Debes de leer más y no quedarte con tus percepciones mediocres y desatinadas.
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